«Porque Jehová el Señor me ayudará, por tanto no me avergoncé; por eso puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado. (Isaías 50:7)
En esta tercera canción del Siervo de Jehová, el profeta Isaías nos permite contemplar la perfecta confianza que tendría el Mesías en su Padre. Empieza afirmando su fe en la ayuda que el Padre le daría. Otros le podían atacar o intentar avergonzarle pero jamás sería avergonzado porque su confianza estaba puesta en su Dios. Su rostro no muestra
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ninguna señal de preocupación; más bien lo describe como un pedernal, una roca inamovible y firme. Era imposible que el Mesías se avergonzara de su Padre porque sabía perfectamente a quien tenía a su lado para ayudarle. Estaba con Él su Padre celestial, el que había estado a su lado desde antes de la fundación de la tierra. Esta confianza de Mesías no debe ser diferente de la nuestra. Debemos tener esta misma confianza de que el Señor nos ayudará y por lo tanto jamás seremos avergonzados. Si fácilmente tropezamos y nos avergonzamos de nuestro Dios, demostramos que realmente no conocemos al que está con nosotros para ayudarnos en todo momento.
Acerquémonos más a Dios hoy y confiemos completamente en todas sus promesas. Jamás se ha avergonzado la persona que ha confiado completamente en el Señor. (David Bell)